Abstract

La programación ha llegado a ser considerada por la mayoría de los profesionales de la enseñanza como un elemento básico de partida para elaborar el trabajo diario de clase. Sin embargo, en muchos casos, la mayoría se quedan en la pura intencionalidad debido al escaso número de recursos de que disponen para desarrollar unos programas coherentes y realistas, que se basen en las necesidades de los alumnos, los criterios personales y las normativas vigentes. EI problema se hace mucho más evidente cuando la materia en programar es la educación física, porque (como veremos posteriormente) hay casi una total inexistencia de orientaciones, debido al papel que ha jugado en la escuela la EF hasta hace bien poco. Al margen de otras tendencias contrarias a la «programación», precisamos llamar la atención sobre una serie de aspectos positivos que son los que nos la hacen defender. Al mismo tiempo, es preciso decir que la programación no tiene que limitarnos la acción, sino que debe ser un instrumento; básico sobre el cual construir unas actividades que progresivamente, mediante la práctica se irán modificando y concretando por ellas mismas.