Abstract

El agua ha sido objeto y compañera del hombre en su historia y evolución. El uso del agua ha progresado con el ser humano y su civilización. Las primeras evidencias de estas afirmaciones pueden ser múltiples pero partamos por ejemplo de todas las construcciones de contención y canalización del agua en las épocas antiguas. Tanto en zonas urbanas (canalización y almacenaje de aguas limpias y sucias) como en zonas rurales (conducción y regadíos) fue objeto de una tecnología y planteamientos muy especializados. (Figuras 1 y 2) En cualquier caso, como elemento fundamental de nuestro mundo el agua ha estado y estará siempre con nosotros; la utilización y estudios que de ella se hacen se multiplican: como elemento fundamental para la supervivencia del hombre, como fuente de alternativas energéticas y biológicas, como elemento de estudio de nuestro entorno natural y hasta como elemento artístico estético y de bienestar físico del hombre. El agua como un posible marco de la actividad física del hombre también se pierde en el tiempo. Muchos de los deportes acuáticos actuales son una concepción nueva de actividades que en la historia formaron parte de la vida cotidiana como la pesca, el remo y otras. En definitiva, no es hasta este siglo que estas manifestaciones «físico-acuáticas» han supuesto la intervención específica de diversas tecnologías aplicadas a la proyección, preparación y organización de las actividades. Nunca hasta nuestro tiempo se habían dado planteamientos tan específicos y especializados para proporcionar las óptimas condiciones en la práctica de actividades acuáticas. El propósito del artículo será analizar y valorar la importancia de toda esta tecnología aplicada, alrededor de un ejemplo central, la piscina como escenario de estas actividades y lo que supone el proyecto, la organización del mismo y la utilización con fines competitivos.