Abstract

Cuando aparecen, en estos diez últimos años, serios intentos de eclipsar cien años de historia reconocidos y consolidados, llama la atención el hecho de que nadie, absolutamente nadie, define el problema de la formación del profesorado de educación física. Los planteamientos de diversificación curricular en la formación del profesor de educación física provocan serios problemas de identidad. Por otra parte, más que centrar los temas formativos, se producen notables confusiones y esta diversificación de asignaturas despersonaliza la formación de los educadores físicos parece ser que somos más “de todo” que propiamente educadores. La historia, más o menos reciente, desde la creación oficial de la Escuela central de Gimnástica -cuya orla reproducimos-  nos traslada a un tiempo donde ya se entendía, si bien es verdad que con restricciones, la labor del profesor de gimnasia la actualidad existe una demanda social más exigente y los educadores físicos sienten que su estatus está más reconocido que nunca. Ello obliga a que la formación del futuro educador físico sea más rigurosa, si cabe. La formación práctica del educador debe fundamentarse predominantemente en la teoría. La práctica per se sólo tiene sentido cuando se vivencia y no cuando se entiende como competencia (realizar con óptimo rendimiento una técnica motriz o deportiva).