Abstract

El avance de posiciones de la Educación Física en el “ranking” de las materias “importantes” en la enseñanza obligatoria es una evidencia gratificante para muchos.
Se habla de su papel primordial en el desarrollo, de la necesidad de impartir la materia con un mínimo de infraestructura; el Sr. Ministro, Javier Solana, al exponer, ante el Pleno del Congreso de los Diputados, las líneas generales de la política educativa y de los objetivos de su gestión, destacó, entre otros, cinco puntos, el abocamiento intencional y presupuestario para hacer evolucionar la Educación Física escolar. Se expresaba con las siguientes palabras: “…poner en marcha un plan para el fomento de la Educación Fisica y de la práctica deportiva en nuestros Centros educativos…” y añade “…por ser la más profunda, por ser la de más futuro, por favorecer las expectativas de la práctica deportiva de más niños y jóvenes de ahora y del mañana, la acción fundamental será de extensión de la Educación Fisica y el deporte en el ámbito de la enseñanza. El Plan de Extensión de la Educación Fisica y el deporte en los centros escolares pretende generalizar una Educación Fisica como elemento de la formación integral…”
Al mismo tiempo, la fiebre olímpica vivida en Cataluña también ha hecho despertar a muchos del largo letargo sufrido hasta el reconocimiento de la Educación Física como una valiosa área curricular.
Pero todo este alboroto no es suficiente para hacer tangible una evolución real de la Educación Física. Al menos, se trata de un primer paso que facilitará el camino, pero lo hemos de recorrer todos los profesionales la educación con la vanguardia, eso sí, de los especialistas en la materia, buscando un ritmo unísono con el resto de avances pedagógicos así como una pertinencia propia y un cuerpo diferenciador y aglutinador. La implicación de todos y del propio sistema educativo es una base necesaria e imprescindible.