Abstract

Es de suponer que nadie cuestiona la afirmación de que los saltos son, dentro de las disciplinas acuáticas, y sin querer menospreciar a las otras, la disciplina más espectacular.
Primeramente, la instalación donde se desarrolla esta actividad es sustancialmente diferente de las demás, ya que incorpora una serie de equipamientos como las palancas o plataformas, los trampolines, las burbujas de aire o simplemente los 5 m. de profundidad, que lamentablemente no son elementos habituales en una piscina.
Además, tenemos que añadir una prohibición, por parte de los responsables de la instalación, de utilizar todo este material fuera de los horarios de entrenamiento (si es que tienen gente que practique la especialidad) hecho que otorga un aspecto de riesgo y peligro a la actividad.
Que se trata de una actividad espectacular es innegable. La mejor demostración seguramente la hemos vivido todos. Si hemos ido alguna vez a una piscina pública donde haya palancas y alguien, sin hacer caso de las prohibiciones, se ha atrevido a subir hasta arriba para tirarse, la reacción de todos es automáticamente la de mirar hacia lo alto. Si finalmente el osado se tira al agua, por sencillo que sea el salto o por mal realizado que esté, todos sentimos en aquel momento una cierta admiración, y es posible incluso escuchar alguna exclamación de susto por parte del improvisado público que en aquel momento llena la piscina.