Abstract

Hasta hace poco tiempo la actividad física desarrollada en un medio acuático era conocida como “natación”. Últimamente ya se habla de “actividades acuáticas” o “programas acuáticos”, diferenciándolos según su objetivo en utilitarios (aprender a sobrevivir y desplazarse en el medio acuático), recreativos (divertirse y realizar actividades puramente lúdicas sirviéndose del agua), competitivos (pensados para mejorar el rendimiento y conseguir mejores marcas), educativos (contribuir al desarrollo integral del individuo a través del movimiento), etc.
Es evidente que el término, que podríamos llamar clásico, “natación” otorga al agua un papel muy restringido, limitado prácticamente a permitir recorrer metros y más metros lineales sobre su superficie. No contempla, por ejemplo, un descenso por un tobogán cubierto de una fma película de agua y con llegada a un pequeño vaso. Y, no obstante, esta última actividad no deja de ser acuática.
Era necesario, pues, ante estas nuevas corrientes, encontrar un término más genérico que abrazara todas las actividades que se pueden realizar con el agua como eje central. Actividades acuáticas o programas acuáticos parece ser que cumple este requisito. Llegados a este punto, si actualmente nos planteamos realizar un programa acuático generalmente ya tendremos claro con qué planteamiento lo queremos y buscaremos la piscina donde poder llevarlo a cabo.