Abstract

Aunque a menudo, en las obras de metodología se haga mención del entusiasmo como una de las cualidades necesarias de todo buen profesor, sin embargo es una cualidad muy subjetiva y no ha suscitado todavía demasiadas investigaciones, especialmente en el ámbito de la educación física.
Sea como sea, se han podido identificar diversos indicadores del entusiasmo sondeando a profesores y alumnos (Caruso, 1980) o mediante la técnica de incidentes críticos (Cloes y Piéron, 1989). Éstos han constatado muchas similitudes entre las concepciones del entusiasmo y de su operatividad en medios norteamericanos y europeos. Los indicadores más frecuentes citados giran en torno al estímulo, a la participación del profesor en las actividades, a su muestra de interés por los alumnos, al feedback o aún a manifestaciones de buen humor.
Por el contrario, una falta de interés, un exceso de disciplina o de críticas a la actividad del alumno se perciben generalmente como signos de falta de entusiasmo (Cloes y Piéron, 1989). Además, se ha comprobado que los comportamientos entusiastas se pueden adquirir mediante una preparación adecuada (Cloes, 1987; Carlisle y Phillips, 1984).
Se trata de saber si los indicadores identificados se observan regularmente en condiciones normales de enseñanza y si varían según los niveles de enseñanza o según los tipos de actividades planteadas.