Abstract

Inmersos en plena discusión sobre el cambio, o no, del siglo y del milenio, abundan en estas fechas los análisis del siglo XX y, por extensión, sobre el segundo milenio de nuestra historia. Para el modelo occidental el año 2000 representa un cambio histórico (aunque amputando un año al siglo y, por ende, al milenio gracias a los avispados e impacientes manipuladores de fechas con evidentes fines consumistas y sensacionalistas), pues muy pocas generaciones de la humanidad han podido vivenciar el trance de un suceso como el actual. Sin embargo, en la particular forma de medir el tiempo de la civilización cristiana occidental, la llamada Era Cristiana (cuyo calendario fue creado por el abad romano Dionisia el Exiguo por encargo del Papa Juan I en el año 526, basado en la liturgia cristiana parte de un modo muy aproximado de la Circuncisión de Cristo), estamos en los albores del tercer milenio de Nuestra Era. El calendario siempre ha supuesto un terrible quebradero de cabeza para las distintas civilizaciones que han tenido interés en la cuenta absoluta de los años. En la actualidad los chinos usan de manera oficial nuestro Calendario Gregoriano, pero la población sigue marcando sus distintas festividades con arreglo al calendario lunisolar de carácter cíclico (en la próxima primavera entraran en el año del Dragón), aunque si se cuenta desde su establecimiento, el año 2000 corresponderá en China al 4600. Los musulmanes tienen un calendario lunar que se inicia a partir de la Héjira, la huida del profeta Mahoma de La Meca a Medina, por tanto su próximo año será el 1378. En cuanto a los judíos, basándose en un calendario lunisolar, que es el oficial del Estado de Israel, ya celebraron en septiembre su Año Nuevo que corresponde al 5761 (desde la creación del mundo, según fuentes bíblicas). No obstante, hoy podemos decir que es la primera vez en la historia de la humanidad que el cruce de fechas, y cambio de milenio, se dará de forma conjunta y simultánea en la misma jornada, sin distinción de culturas, adscripciones, razas u orígenes geográficos. La muestra palpable de esta celebración mundial es el problema global que ha provocado la alarma, la previsión y el gasto de trescientos mil millones de dólares en todo el orbe: el efecto 2000.