El juego de pelota en el México precolombino

Carmen Huera Cabeza

Idioma del original

Citación

Huera Cabeza, C. (1994). El juego de pelota en el México precolombino. Apunts. Educación Física y Deportes, 33, 6-11.

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Resumen

Cuando Cortés y su pequeño ejército de cuatrocientos hombres vieron por primera vez la ciudad de Tenochtitlán, capital del imperio azteca y actual Ciudad de Méjico, quedaron maravillados de su magnificencia y grandiosidad. El mismo Cortés, en sus Cartas de relación de la conquista de México, nos dice: «Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba (…) Son las calles della muy anchas y muy derechas (…) Tiene muchos mercados (…) Tiene otra plaza como dos veces la ciudad de Salamanca.» Pero la principal maravilla de la ciudad, que provocó al mismo tiempo la admiración y el rechazo de los españoles, fue el recinto sagrado que ocupaba el centro de Tenochtitlán y que era, por cierto, mucho más grande que la inmensa plaza donde actualmente se alza la catedral y otros monumentos. Provocaron su admiración la grandiosidad de los templos-pirámide, de los palacios, de los altares, de las terroríficas imágenes de sus divinidades; y su rechazo, los macabros ritos y las sanguinarias ceremonias que en su interior se realizaban. Fue también en Tenochtitlán donde Cortés y los suyos contemplaron por primera vez el sorprendente juego de pelota que practicaban los aztecas. Parece que fue el propio emperador Moctezuma, quien según los cronistas era un excelente jugador, el que mostró el juego a Cortés. Este juego se denominaba Ulama, y se practicaba en los Tlaxtli, construcciones arquitectónicas especiales, situadas en los recintos de culto, muy cerca de los principales templos-pirámide. Los cronistas españoles, como fray Bernardino de Sahagún, fray Diego Durán, Alvarado Tezozomoc, Torquemada y otros, nos proporcionan muchos datos sobre las modalidades de juego, los campos donde se practicaba y los balones que se utilizaban.

ISSN: 2014-0983

Publicado: 1 de julio de 1993