La atemporalidad corporal
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Con este breve ensayo sobre la corporalidad hago un “contraApunto” para despedirme como directora de la revista Apunts. Vi nacer la revista cuando era alumna del INEFC Barcelona y, en los últimos siete años, he tenido el honor de dirigirla con el extraordinario equipo de publicaciones del INEFC y elevarla a la “primera división” de las revistas científicas, indexada como Q1 por Scopus y en JCR y Q2 por WoS.
Mi trayectoria profesional en el INEFC ha sido de cuatro décadas dedicadas a nuestra profesión, cuando todo estaba prácticamente por hacer. En los inicios teníamos que visionar el futuro y con este breve ensayo no pretendo cerrar nada, sino revisitar todo aquello que he desarrollado con cuidado y oficio desde la Cátedra de Motricidad, los proyectos de investigación y la dirección de la revista científica Apunts Educación Física y Deportes.
Comparto, pues, no un artículo científico convencional, como tantos otros que he supervisado en la revista, sino un breve y modesto ensayo sobre la esencia y materia prima de nuestra profesión, que considero que siempre debe tenerse presente: la corporalidad.
La atemporalidad corporal
Son las ideas en relación con el cuerpo las que evolucionan históricamente, pero el cuerpo en sí, aunque absorbe las construcciones simbólicas de cada época histórica, es, en cierto modo, atemporal.
El cuerpo viene a ser como una sustancia muda, a la que se confieren atrezos y atributos recurrentes en el friso cronológico de la historia. Así, con nuestro cuerpo, somos como cintas transportadoras de espacios y de tiempo y, por lo tanto, de puntos de vista de las contemporaneidades de cada momento histórico. El cuerpo es el que se ve, el movimiento desaparece y, como las diversas manifestaciones corporales se generan con el movimiento del cuerpo, podríamos decir que este es efímero; el lenguaje corporal es un arte efímero.
Un cuadro está en una sola dimensión, la del espacio, aunque nos remita a la dimensión del tiempo histórico en el que fue creado, pero coreografiar, en el sentido amplio de la palabra del latín choros, es dibujar la dinámica de los cuerpos como si fuera un cuadro en continuo movimiento que abarca las dos dimensiones, la del espacio y la del tiempo. Cada acción motriz, cada gesto, sustituye al que lo ha precedido, por eso es imposible que se imprima en la retina del receptor, del espectador.
Solo la captura tecnológica, como los sistemas actuales de body motion capture, permiten visualizar a posteriori la “coreografía” de nuestro cuerpo, esta vez ya, como si fuera un cuadro en movimiento. Es una manera óptima de hacer que el lenguaje corporal se convierta en permanente. Es estimulante sentir cómo esta posibilidad de ir hacia adelante y hacia atrás en el tiempo nos permite empezar a intuir el concepto de un lenguaje corporal atemporal.
De manera similar al hipertexto actual, la narrativa del cuerpo puede dejar la linealidad y adoptar lecturas múltiples. El cuerpo, como tantas cosas hoy, ha entrado en la visión posmoderna de la multiplicidad, por lo cual la idea de contemporaneidad –la de acompañar cada momento histórico–, empieza a perder su fuerza.
Así, considero que se abre la visión al concepto de la atemporalidad corporal, pero a su vez, considero también que no se debe entender como un proceso de meras yuxtaposiciones, sino como procesos dinámicos de relaciones de hibridación que permitan imbricaciones óptimas hacia nuevas manifestaciones motrices y deportivas.
La atemporalidad del lenguaje corporal es posible gracias a los apoyos tecnológicos de tipo audiovisual que permiten “retenerlo” y así recuperar la imagen de una persona, una sonrisa, una mirada o una acción motriz o deportiva. Pero la atemporalidad del lenguaje corporal también la podemos hacer perdurar a través del inconsciente colectivo conformado por los rasgos subjetivos que cada “espectador” recrea y recuerda en su mente. Se genera así una correa de transmisión cultural que, si la hacemos girar, permite recuperar configuraciones corporales del pasado, entendiendo que, el minuto anterior, también es pasado.
El despliegue de múltiples miradas es lo que provocan los lenguajes corporales en toda situación comunicativa o interactiva entre las personas. Las acciones gestuales del cuerpo se replican y, a su vez, se multiplican. Con todo, es una composición que ofrece un nuevo discurso corporal, altamente dinámico, que promueve, en cada generación, nuevas preguntas y reflexiones.
Un acordeón nos sorprende por su gran alcance en relación con su extensibilidad y los registros de sonido. Sus pliegues y sonidos parecen no tener fin. Si hacemos una analogía entre esta idea y la del lenguaje corporal, estaremos en disposición de entender que el telón de fondo sobre nuestras prácticas motrices y deportivas se encuentra en nuestro fluir gestual continuo.
ISSN: 2014-0983
Publicado: 1 de enero de 2026
Editado por: © Generalitat de Catalunya Departament de la Presidència Institut Nacional d’Educació Física de Catalunya (INEFC)
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