El tiempo vivido

Paul Fraisse (1911-1996)

Idioma del original

Citación

Fraisse, P. (1998). El tiempo vivido. Apunts. Educación Física y Deportes, 53, 7-9.

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Resumen

¿Qué es el tiempo? Pascal dice que todos nos entendemos cuando hablamos del tiempo, pero que no nos ponemos de acuerdo sobre la noción de tiempo. Es cierto. El concepto de tiempo no se corresponde con un solo significado. El concepto de tiempo nos remite a una realidad compleja en la que encontramos cambios, es decir, sucesiones y también duraciones. ¿Cómo vivimos el tiempo?: Lo sufrimos y lo construimos. Sufrir el tiempo es algo que se pone claramente de manifiesto mediante el condicionamiento clásico. Un estímulo que precede a la señal de una acción, se convierte él mismo en señal. Aquí nos encontramos con un efecto de sucesión, pero donde también interviene la duración. Por ejemplo, si damos de comer a un perro cada 30 minutos, el animal empieza a salivar hacia el final de cada período de 30 minutos. Esta interiorización del ritmo de los cambios es particularmente importante en nuestra vida cotidiana, en la que sufrimos el ritmo nictameral; en un periodo de 24 horas, el día sucede a la noche. Este ritmo se nos impone en los primeros años de nuestra vida y se interioriza. Se dice que deviene endógeno. De manera que si atravesamos rápidamente diversos husos horarios, en avión por ejemplo, nos encontramos desfasados en relación con los cambios exteriores y nos serán necesarios algunos días para readaptarnos al nuevo ritmo. Los cronobiólogos nos enseñan, por otra parte, que nuestro ritmo endógeno hace sucesiones de vigilias y de sueños; ello se traduce en numerosos cambios hormonales que se convierten en periódicos y se observa particularmente en la temperatura de nuestro cuerpo, que pasa por un mínimo hacia las tres de la madrugada y por un máximo por la tarde. Este ritmo endógeno persiste incluso si se sitúa a un individuo fuera del tiempo, es decir, si vive algunos meses sin ninguna referencia astronómica. Nuestra eficacia depende, por otra parte, del ritmo circadiano, como puede demostrarse, por ejemplo, por la rapidez del tiempo de reacción.

ISSN: 2014-0983

Publicado: 1 de julio de 1998